sábado, 28 de julio de 2012

Tomo V - Transbritania

When priests are more in word than matter;
When brewers mar their malt with water;
When nobles are their tailors’ tutors;
No heretics burn’d, but wenches’ suitors;
When every case in law is right;
No squire in debt, nor no poor knight;
When slanders do not live in tongues;
Nor cutpurses come not to throngs;
When usurers tell their gold i’ the field;
And bawds and whores do churches build;
Then shall the realm of Albion
Come to great confusion:
Then comes the time, who lives to see’t,
That going shall be us’d with feet.

— William Shakespeare

Despierto, de forma dolorosa, recostado sobre una mesa. Mesmerismo. Mas bien electrocución, gracias a la metálica mano del profesor Azblanazi. Reconozco el techo del museo y un olor fétido golpea mi nariz. El joven oficial está a mi lado, atontado, con manchas de barro y verdín en la cara. Nuevamente en shock, pero por un motivo diferente. Como un fogonazo, la imagen del libro volando hacia mi rostro golpea mi mente.

Me incorporo. Siento la sangre seca en mi cara.

—Insisto, deberíamos llevarlos a un hospital —la voz de Ser Higgs a mis espaldas.

—La medicina no puede hacer nada por este joven. —El profesor Azblanazi, frente a mi, señalando al joven oficial.— ¿Ya se olvidó de Ser Roger?

El profesor adivina mi primer pensamiento. —¿Cómo llegué aquí? ¿Qué sucedió?— Me pone al tanto de lo que parece haber sido una cacería humana, junto a mi perro mecánico, requerida para que el joven oficial esté en este momento aquí. Luego de atravesar la ventana continuó corriendo a todo vapor, seguido por Butch. Afortunadamente el joven se quedó sin cuerda antes que mi cuadrúpedo amigo y Ser Higgs pudo encontrarlo, desparramado en un zanjón, gracias al can. Azblanazi convenció a Ser Higgs de traernos al museo sin recurrir a las autoridades. Ser Higgs parece debatirse entre lo que le dicta la razón y los argumentos del profesor.

El profesor encontró ciertas coincidencias entre las primeras páginas del fatídico libro y unos planos o esquemas que pertenecían a un tal Reginald Pitts. Y asegura que nunca se hubiera imaginado que unos dibujos, por aberrantes que sean, podrían tener el efecto devastador que vieron en el joven oficial. Lo que no explica porqué decidió mostrárselos en ese momento. Ser Higgs coincide con Azblanazi en que existe una indescriptible similitud entre los esquemas y parece aceptar las excusas del profesor, al menos hasta tener una mejor explicación. La tranquilidad de Ser Higgs es lo único que me frena de golpear al profesor por lo que le hizo al pobre joven. ¿Qué le hizo? ¿Volverá a ser el mismo? ¿Quién es Ser Roger y cuál es su relación con lo sucedido al joven oficial?

El caso no deja de ponerse interesante, por decirlo de alguna manera, y acaba de crecer de forma más que inesperada. ¿Tendrá todo esto que ver con el interés de la Special Branch? ¿Qué más no nos han dicho? ¿Por qué motivo nos habrán involucrado? ¿Crímenes horribles? ¿Escritura indecifrable? ¿Libros enloquecedores? Esto claramente supera a Scotland Yard.

Ser Higgs y el enigmático profesor Azblanazi me convencen de continuar con la investigación aquí.

—Lo primero es averiguar el origen del libro —comienza Ser Higgs, una vez higienizado y remendado.

—Perteneció a un tal Duc de L'Isle —comento, como si lo supiera desde siempre.

—¿Y usted cómo lo sabe? —pregunta intrigado.

—Lo dice ahí, en la primera página —señalando con la mano, como con desdén. O miedo de que me la muerda un perro imaginario. Un escalofrío recorre mi espalda.

—Un joven francés, amante de los juguetes. —Azblanazi se adelanta a Ser Higgs, dejándolo con la boca abierta.— Y eso es todo lo que sé de ese nombre. Ahórrense las preguntas.

—A pesar del color parece estar encuadernado en piel. —Cambia el foco Ser Higgs.— Tiene la textura de la piel humana.

—Pero no lo es, —acota el profesor Azblanazi— por la posición de lo que parecen ser los ojos, no se parece a nada que conozcamos.

—Por la cantidad de pequeñas perforaciones, diría que fue eso lo que lo mató. —Continúa Ser Higgs.

—No lo creo, —retruca Azblanazi— parecen cicatrices, como si las hubiera tenido desde temprana edad. ¿Qué significan esos símbolos en la portada, Ser Higgs?

Lmarchnd Ph'lip. Nada que conozca, tal vez un nombre propio.

—¿No le recuerda otro arábigo libro?

—¿Un libro apócrifo de un libro apócrifo? Ahora que lo menciona, sí. Creí que sólo el libro de Abdul Alhazred era capaz de generarme esta incómoda y desagradable sensación al mirarlo. Supuestamente el libro es más antiguo que las Máquinas Mecánicas de Anthykera. Pero habla de tecnologías que harían palidecer la más modernas maravillas del imperio. Se atreve a hablar de imposibles máquinas sin engranajes, ni vapor, y otras pamplinas.

—Con todos nuestros avances en ciencia y tecnología y hay personas incapaces de distinguir entre una tecnología avanzada y la más pura charlatanería. —Agrega Azblanazi.

—Tomaré una muestra de la piel para hacer una prueba de Carbono-14.

—¿Eso no requiere de un laboratorio? —pregunto.

—Afortunadamente aquí tengo todo lo que necesito, el museo tiene que estar preparado para desenmascarar a los charlatanes y datar con la máxima precisión los hallazgos. Tenemos un balancín neumático capaz de hacer añicos el átomo más duro. 10 órdenes de magnitud más preciso y potente que el utilizado en la fabricación de cerveza.

—Pensar que alguna vez la cerveza no tuvo burbujas ni espuma. Ahora parece inimaginable. —Piensa en voz alta Azblanazi.

—¿Qué más puede decirnos del contenido del libro, Ser Higgs?

—Habla de un Trapezoedro Resplandeciente, un misterioso artilugio presente en la obra del árabe loco, supuestamente capaz de abrir una puerta a otro mundo.

—¿Estamos ante una traducción del libro de Alhazred? —Pregunta Azblanazi

—No, Alhazred describe el Trapezoedro como una caja oval, como un retrato. Este Trapezoedro es cúbico, compuesto por 27 cubos idénticos más pequeños.

—¿Ni geometría básica se puede esperar de estos salvajes?

—¿Será esta caja? —Azblanazi, mostrando un cubo metálico del tamaño de la palma de su mano. Cada cara del cubo dividida en nueve cuadrados menores. Seis colores, cinco tonos metálicos, desde la plata hasta el cobre. Y el más oscuro negro que jamás haya visto, si se me permite la redundante expresión. Al mirarlo directamente parecía tragarse la luz de toda la habitación.

Butch se reactiva y parece inquieto.

—Tranquilo amigo. —Digo, como si hablara a un niño.— ¿De dónde sacó ese cubo?

—De una mano del occiso oriental. Creo entender cómo funciona. —El profesor toma el cubo con ambas manos y comienza a moverlas sobre él. Las manos se mueven pero el cubo permanece intacto. Veo los cuadrados de colores moverse de una cara a la siguiente, en filas de tres.

—Listo. —Y nos muestra un cubo con caras lisas, de un solo color por cara y sin divisiones. Tiene una belleza fascinante y repulsiva al mismo tiempo.

Un viento fuerte interrumpe mis pensamientos, como si se hubiera abierto una ventana detrás de Azblanazi y se acercase la tormenta más violenta. Con un golpe seco se cierra el libro sobre la mesa. Parte de la pared que se encuentra detrás del profesor es reemplazada por una imagen que jamás podré olvidar. Imagen que Ser Higgs parece reconocer.

Butch corre.

Azblanazi sonríe.

No sé qué está sucediendo y no tengo palabras para describirlo.


En nuestro aterrador próximo episodio:

Tomo VI-a — "Los tres terrores": Donde tres seres extraños con terribles intenciones hacen su aparición y se descubren con horror los responsables de los crímenes del East End.

Tomo VI-b — "Mi horror favorito": Donde la misteriosa puerta comunica con un lugar donde inimaginables horrores son realidad, Butch cruza el umbral y Smith corre a buscarlo. El destino hace que Azblanazi deba revelar su relación con el caso para que el agente sobreviva.

Tomo VI-c — "Mi monóculo izquierdo": Donde las modificaciones protéticas del profesor Azblanazi salvan el día y se revela el origen de las mismas.